El verbo encolerizado....

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Uno se levanta en la mañana sin más premura que la que dictan los dedos en la sábana, y así, cómo anudado aún al sueño, se sienten caer los cráneos decapitados, los cuerpos lacios, deshuesados de lo soñado...(si uno fuese capaz de en ese preciso momento mirar a la almohada y ver allí, muertos, derrengados, desangrados, todos los sueños (nonatos o no) no trataríamos de recuperaros como si de una resurrección fuera, insuflando verbos al corazón (o corazones) apalpitantes, disecados de memoria y de ensoñación, acaso digo y redigo, ¿no abjuraríamos contra Hypnos hasta hacerle sonrojar allá entre las nubes y conseguir el reventar de sus pestañas y de las nuestras?

Digo y vuelvo a desdecir, que entonces y sólo entonces se recobra el aliento que se ha desalentado en demasía (la carga es demasiado pesada "ess muss ein") y así se puede abandonar (y yo lo hago) la habitación plena de cadáveres soñados o por soñar, que se van pudriendo mientras se ventila la habitación en nuestra ausencia...

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